Víctor San Juan Suárez 1919 – 1997

Biografía

Nació en Madrid en 1919. Ya desde niño, sus padres y profesores vieron que reunía unas condiciones excepcionales: con un lápiz solía esbozar figuras y objetos con asombrosa fidelidad; y en sus manos unas reglas podían convertirse en un violín y su arco. Había nacido un artista. En su juventud esas cualidades se hicieron más reales, sobresaliendo especialmente en la pintura. A la vez, era un gran lector amante de la historia y la literatura clásica. Todo esto fue, y con razón, más que suficiente para que sus padres le matricularan en la Escuela de Bellas Artes, en la que obtuvo muy buenas calificaciones. En su casa, rodeado de cuantos cuadros o copias le eran posibles, pintaba y estudiaba sin descanso mientras escuchaba la sinfonía nocturna de Moz zart, la Quinta de Beethoven, la Primavera de Vivaldi o el Ave María de Bach. Música y pintura iba de la mano o guiaban la mano de este artista que empezaba a despuntar como el alumno sumamente aventajado.

La guerra civil le sorprende en estas circunstancias en ciudad natal y lógicamente, dada su edad, en 1936 es movilizado y enviado al frente de Brunete. También allí, bajo el uniforme de soldado, vieron enseguida a un experto en dibujo y pintura y como en la guerra todo lo que es aprovechable vale, le encargaron levantar planos diversos, laboriosos, de los frentes y a ello se entrega hasta que llego la ansiada paz en 1939

La paz supuso para Víctor volver a vestir un uniforme, ahora otro, y seguir marcando el paso hasta 1942 en unidades desplegadas en Marruecos. En el Protectorado también fue utilizado como dibujante y debido a que en Europa había estallado la Segunda Guerra Mundial, otra vez hubo de trabajar en papel vegetal realizando planos de los distintos frentes y de los avances y retrocesos de las respectivas fuerzas. Hay una anécdota que da fe de la valía de sus dibujos, de sus esbozos y planos: “Cuando las fuerzas nacionales ocuparon el sector donde Víctor se hallaba, admiraron los planos por el realizados y tan buenos debieron parecerles que trataron de convencerse de que eran obra de los rusos, aliados entonces del Ejercito Republicano. ¿Es que no habría españoles capaces?”

Licenciado, por fin, de tanta aventura bélica regresa a su casa de Madrid y sigue sus estudios y las constantes visitas al Museo del Prado queriendo retener en sus ojos tanta belleza; llegó a copiar algunos cuadros, entre ellos “Las hilanderas”, ese cuadro social de Velázquez.

En 1947 traslada su estudio a Barcelona, donde es protegido por un mecenas, para el que hizo varios retratos, aparte de otras obras. Uno de esos retratos fue el del inolvidable Manolete, a tamaño natural, que llamó la atención por su fidelidad.

En 1949 deja el mecenas y regresa a Madrid donde monta su estudio. Allí preparará su primera exposición con temas de Madrid, Arenas de San Pedro, figuras y bodegones. Su primera exposición será inaugurada en la sala Vilches situada en la Gran Vía madrileña ese mismo año, con el resultado de una favorable crítica periodística y también de un público muy numeroso que elogiaba cuanto allí se exponía.

Su madre (asturiana) le hablaba sin cesar de los paisajes de Asturias, tan lejos de los pardos castellanos y la atracción que ello le producía y la influencia indiscutible de una madre le hicieron visitar el Principado y tan prendado quedó de él -y de una bella señorita llamada Elisa- que Víctor decidió que aquella sería su segunda cuna, de donde jamás se separaría. Tres años duró el noviazgo, sin dejar de trabajar y exponer tanto en Madrid como en el Principado, siempre acompañado de notable éxito.

El 15 de mayo de 1953 contrajo matrimonio con su novia Elisa Rodríguez Rodríguez en la Basílica de Santa María Magdalena de «su» Cangas del Narcea. La importancia del pintor quedó reflejada por el interés que la prensa ovetense dedicó a su boda, donde aparecieron amplios reportajes del acontecimiento. Víctor ya era todo un artista consagrado muy bien valorado por el público y por toda la crítica especializada

Víctor continúo exponiendo y pintando entre sus montañas, valles y ríos. Sus pinturas principales recogían escenas marinas, castaños en otoño, rincones de aldea. Figuras y bodegones y mención especial a los Picos de Europa tan conocidos y queridos por él, inmortalizados en unos lienzos memorables.

En Asturias llamo mucho la atención su cuadro “La Descarga” reflejo de las fiestas del Carmen, típicas de Cangas del Narcea.

Sus cuadros están colgados en museos y colecciones particulares de Europa, América del Norte, Puerto Rico, Méjico, Santo Domingo, Venezuela, etc… siempre fue norma en el no participar nunca en ningún concurso.

La familia conserva como auténticas joyas los dibujos y bocetos que realizaba con gran soltura y realismo.

Víctor San Juan falleció el 2 de mayo de 1997, en Cangas del Narcea

No se le debe parangonar con otros artistas, el tuvo su propia escuela, sus inteligentes modos de reunir los colores, las luces y las sombras, el sol restallante y la niebla espesa; Víctor fue un alumno de sí mismo y como él mismo afirmara “mis maestros han sido el Museo del Prado y la Naturaleza”

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«Victor San Juan, del corazón al lienzo»